Capítulo 9: ¿Quieres venir conmigo al baile, Katniss?
Me giro rápidamente, apretando el borde de la mesa con las manos hasta decir basta, como si así comprobara que esto es real.
«Te necesito, tengo pesadillas con que no vuelvas, porque estoy segura de que no lo vas a hacer»
Pero no, no puedo decirle a Peeta eso después de el «Supongo que ya no te debo nada, así que no hace falta que te acerques a mí» ¡Que no hace falta que te acerques a mí! Estúpida hipócrita con sentimientos. Claro que necesito que se acerque a mí, que esté conmigo, todos y cada uno de mis días. Porque necesito sentirle, saber que está ahí, por mucho que mintiera. Sólo espero que tuviera una buena razón.
Le miro con ojos como platos, totalmente hundido. Ojeras (como yo, por lo de gritar a viva voz en pesadillas toda la noche y tal), labios cortados (como yo, por culpa de los nervios. Además, sentir dolor me ata a la realidad), ojos inyectados en sangre (como yo, por llorar). Puede que se le haya muerto alguien.
¿Y ahora qué hago? ¿Me disculpo? ¿Espero a que lo haga él? ¿Me lanzo a sus brazos? ¿Rompo a llorar? ¿Pierdo del todo la cabeza? ¿La pierdo por él? Demasiado protocolo. Me duele la cabeza, mucho. La noto palpitar. ¿Las cabezas explotan?
- Esto no tiene sentido -susurra, arrodillándose junto a mí-. Soy yo el que debe sentirse así, no tú, Katniss -parece que también sabe observar. Soy yo la que lo ha perdido a él, y está así. Eso sí que no tiene sentido.
«Pero yo no puedo evitarlo -pienso-, yo sí que te amo ti»
Sólo le miro a los ojos e intento recordarlos tal y como son, para que mis pesadillas sean más realistas.
- De verdad -se aclara la garanta y baja una octava-, ¿de verdad querías ir al baile conmigo?
No me inmuto. Por fuera, claro. Por dentro se desata una alarma que me deja sin aliento y noto como el pánico me hace cosquillas en el estómago, acompañando al gran agujero del pecho. ¡¿Estaba escuchando?! ¡¿Ha escuchado todo, todo?! Por Dios.
«Sé fuerte y dilo, dilo porque no vas a tener oportunidad mejor. Quizás no tengas otra oportunidad»
Asiento lentamente con la cabeza, tragando saliva para ver si la bola que tengo en la garganta baja de algún modo.
Sonríe a pesar de sus llorosos ojos y su demacrado aspecto. ¿Es por mí? A pesar del mío, me alegro de que él sonría, aunque no sepa porque, porque sólo me importa que sea feliz. Ahora entiendo a Prim.
- Háblame, por favor -susurra.
«Katniss, ¿te ha comido la lengua Buttercup? Allá vamos. Tú no eres cobarde.»
- No-no-no quiero que-que… -susurro. Por mucho que trague, la bola no desaparece y no me permite hablar. Vaya valiente.
Aprieto los puños contra mi impotencia. Odio perder el control. Sé que puedo recuperarlo, puedo hacerlo, soy valiente, yo puedo… pero no antes que él.
- No estaré cerca de ti si no quieres -declara, de la forma más triste que he visto hacer a una persona. Roto. No queda ni rastro de la anterior sonrisa.
Ahora es cuando noto cómo el alma se me parte en dos y ese agujero gana hasta no dejar nada de mí. Me desgarra el alma.
- ¡No! -grito con voz ahogada. Me dirijo a abrazar a Peeta, tal cual como está arrodillado, cuando vuelvo a pensar y lo cambio por ponerme de pie, nerviosa. Empiezo a respirar muy deprisa. Respirar deprisa me pone más nerviosa (huele a Peeta) y recurro a morderme el interior de las mejillas, como siempre. Tengo que controlarme, parezco una loca. Quizás lo esté. ¿Estoy loca? El deprimente estado en el que vivo podría empujarme a ello, pero sería perder. Creo que una depresión no me la quita nadie, pero no llego a estar loca.
Me inclino sobre la mesa y le clavo las diez llamas.
Veo por el rabillo del ojo como Peeta también se pone de pie.
No puedo aguantarlo más, por mucho que muerda, apriete o provoque dolor, nada puede hacer que esto se disipe. Pero debo reprimirme, así que aprieto los dientes.
- No hice bien. Debí haberte llevado a casa, haberte acompañado, comprobado que estabas bien -le miro. Esto no puede ser cierto- Me comporté mal contigo y… y pensé qué si no hablaba de ello, quizás creyeras que fue otro quién lo hizo. Qué ese no era yo.
Me abalanzo sobre él, porque no lo aguanto más. Le rodeo el cuello con los brazos antes de qué me diga que no, y aprieto mi cuerpo contra el suyo todo lo que puedo. Sentirle tan cerca, tan cálido, me devuelve la vida que me ha quitado estos días de absentismo. Me hace volver a sonreír.
- Eres un estúpido -digo contra el ángulo de su cuello.
Me rodea con sus brazos y entierra su nariz en mi pelo. Respira profundamente. Niega con la cabeza y se separa lo justo para poder mirarme a los ojos sin bizquear.
- Debí haberte ayudado -insiste. Me mira con sus hermosos y azules ojos mojados.
- ¡Lo hiciste! -insisto yo también- Eres el único que realmente lo hace, que lo hizo. Esos dos podrían haberme…
Me recorre un escalofrío que no me deja hablar más, así que me aproximo a la fuente de calor más próxima justo cuando ella se aproxima a mí, y cuando las manos de Peeta acarician mi espalda, todo lo demás se va.
- Jamás -susurra a mí oído- te harán daño.
Se inclina un poco hacia atrás y aparta un mechón caído de mi moño. Nos acercamos un poco, pegamos de nuevo nuestros cuerpos, apoyo mis manos en su pecho, me rodea por la cintura. Esta vez el corazón no se me va a salir del pecho. Todo esto es natural, aunque lo sienta como una bendición caída del cielo. Cada vez que su rostro está más cerca yo acerco el mío un poco más, hasta que acabamos pegando nuestras frentes. Noto su corazón palpitar fuertemente, golpeando mi pecho como si llamara a la puerta. Paramos, juntos, para disfrutar de la proximidad del otro. Acaricia mis brazos, dibujando figuras curvilíneas sobre mi piel, mientras yo me dejo llevar y atrapo entre mis dedos unos mechones rubios cerca de su nuca. La piel se le pone de gallina y sonríe, sin dejar de dibujar fantasmas en mi brazo.
- ¿Eres tú el chico? -dice una voz aguda de forma hostil.
Flavius aparece por un lateral y nos separamos de forma automática. Tengo que dejarle ir. Esto, esto no está pasando. ¡Todo era perfecto! Bueno, al menos lo he recuperado. Sí, lo he recuperado y ahora… en realidad él no es mío y yo no soy suya. Puede que yo sí sea suya en cierta manera, pero ahora mismo podría besar a Flavius y no tener que dar explicaciones. Ufff, prefiero no hacerlo.
Peeta está perplejo.
Flavius, desesperado, dibuja un círculo en el aire con la muñeca derecha y suspira, apoyando la otra en su cadera. Eso ha tenido que llevarle años de entrenamiento.
- El que le ha roto el corazón.
Se me revuelve el estómago. Peeta me mira, buscando una respuesta.
- ¿No? -pruebo. Que bien lo hago- No, no -me recompongo con cada letra y hago como si no fuera nada-, nadie me ha roto el corazón Flavius -digo de forma simpática.
Arquea las depiladas cejas. Le lanzo una mirada furibunda y, así de primeras, parece ofendido. Parece que le vale y vuelve a su puesto junto al tocador.
- ¿Me perdonas? -dice Peeta.
- No puedo culparte por ser estúpido -contesto, encogiendo los hombros.
No sé porque, puede que sea por la falta de cariño o el no haberle tocado en días, pero me acerco y vuelvo a abrazarlo con todas mis fuerzas.
- No vuelvas a hacerlo, ¿vale? -le susurro.
- Siempre me quedaré contigo.
- Eso me gusta más.
Poso un beso sobre su ardiente mejilla (¿cómo lo hará para ser siempre tan cálido?) y me entrego de nuevo a Flavius.
Nunca creí que una sesión de belleza pudiera dejarme mejor.
***
- Gracias por todo Cinna.
Le abrazo y recojo la pesada bolsa amarilla que contiene mi vestido. Está cerrada de forma hermética, para que el temporal no maltrate mi vestido. Cinna es un genio.
Madge y yo salimos a la calle. Una corriente de aire helado nos azota y me obliga a cerrar los ojos. Noto varios copos de nieve estrellarse contra mi nariz, frente y mejillas. Damos unos pasos sobre el helado pavimento, y ya no queda calor en mi cuerpo. El tiempo ha empeorado.
- ¡Katniss! -¿es quién creo que es?- ¡Madge!
Una figura avanza hacia nosotras, en contra del viento.
- ¡Peeta! -grito. Avanzo deprisa hacia él, hasta que nos encontramos, como si sintiera esto normal. Como si yo realmente fuera una adolescente normal con una vida normal- ¿Pasa algo?
- ¿Quieres que os lleve?
- ¡Por favor! -grita Madge.
- Gracias -digo. Me contesta con su tierna sonrisa.
Caminamos unos minutos calle abajo hasta que Peeta para frente a un Jeep negro.
Madge me guiña un ojo y se sienta detrás, alegando que ella bajará antes que yo. Me toca sentarme junto a Peeta, aunque no veo que tiene eso de romántico ante los ojos de Madge.
***
- Aquí es -dice Madge. El coche frena hasta parar- Katniss, recuerda, no laves el vestido, no lo arrugues, no hagas nada que pueda estropearlo.
- No señora -digo.
- Gracias Peeta.
- No hay de qué -contesta él.
Madge cierra la puerta del coche, pero se acerca a mi ventanilla una última vez.
- Ah, y no hagas nada, nada de nada, con los zapatos.
Suspiro.
- No soy un bebé.
- Sólo quiero que estés perfecta.
- ¿Por qué?
Me doy cuenta de que tengo a Peeta detrás y decido que es mejor cortar la conversación.
- Nos vemos mañana -me adelanto.
Subo la ventanilla y Peeta arranca el coche, dejando atrás la enorme casa de Madge.
- Y ahora Counting Stars, de One Republic -dice la radio-. Lately I’ve been, I’ve been losing sleep…
- Dreaming about the things that we could be
But baby, I’ve been, I’ve been praying hard
Said no more counting dollars
We’ll be counting star, yeah we’ll be counting stars…
- No sabía que cantabas -dice Peeta.
Me callo de golpe, y me pongo roja.
- No delante de alguien más -susurro.
- No he oído a nadie cantar mejor.
- Gracias.
La carretera se traga el resto de la conversación.
***
- A la derecha -digo.
Peeta gira el volante a la derecha y, cuando vemos una casa pequeña, confieso que es la mía.
El coche para frente a la puerta.
- Entonces… ¿irás al baile con Gale? -pregunta Peeta, apagando el motor.
Me sorprendo. ¿Por qué iba a ir al baile con Gale? Lo quiero, lo quiero muchísimo, pero es como mi hermano, aunque a veces me haga sentir como si no lo fuera. Ni un grano de arena comprado con lo que siento por Peeta. Gale es mi amigo, nada más.
- No.
Se remueve hasta sentarse sobre el asiento del conductor de una forma en la que puede mirarme de frente.
- Y… ¿quieres ir?
- Depende -susurro.
- ¿De qué?
- De… ¿irás tú?
- Depende -susurra.
- Bien, pues… hasta mañana -me rindo, porque no sé a dónde quiere llegar y quizás me sonsaque algo si me quedo mucho más. Abro la puerta del coche y una ráfaga de aire me da una fría bienvenida.
- Espera -exclama.
Vuelvo a girarme hacia él, cerrando la puerta. Le miro expectante.
- ¿No quieres saber de qué depende? -dice, bajo.
- Claro -digo, con un hilo de voz.
Unos copos de nieve resbalan por el morro del coche con suavidad, intensificando el silencio.
- De si tú también vas.
Se me acelera el pulso y noto como la ilusión prende dentro de mí como una mecha.
- Iré -digo, sonriendo tímidamente. Él también sonríe, pero poco después vuelve su expresión tensa y limpia.
- Falta algo más.
- ¿El qué?
Malditos copos de nieve. ¿De verdad algo intensifica más el silencio que los copos de nieve?
- Si vas conmigo -susurra.
Ahora el corazón si martillea locamente mi pecho. ¡Ir con él! ¡Pues claro que quiero! Es un sueño hecho realidad. Mil pensamientos se agrupan en mi cabeza y la desordenan, junto con la adrenalina corriendo por mis venas e intensificando la sensación.
- Entonces, sí que irás -digo vergonzosa, hablándole al cambio de marchas, arañando involuntariamente el oscuro salpicadero del Jeep.
Me inclino sobre su asiento y beso suavemente, sin prisa, su mejilla. Cuando separo mis labios de su piel gira la cabeza para que su nariz roce la mía y nuestros suspiros se pierdan en la boca del otro. No sé cómo lo hacemos para que yo acabe sentada sobre sus piernas. Supongo que ansiamos tanto la proximidad del otro que actuamos de manera automática.
Enmarco su rostro entre mis manos, mientras las suyas me rodean la espalda y sus caricias alaban mi piel. Y no aparto mis ojos de los suyos, ni él los suyos de los míos. Porque él es mío y yo soy suya. Porque puede que siempre haya sido así, aunque no me diera cuenta.
Como me encanta hacer, enredo sus rubios mechones entre mis dedos, y sus puntas me acarician la palma de la mano provocando un dulce cosquilleo. ¿Hay algo más perfecto que este chico? Me inclino suavemente sobre él, apoyando la otra mano sobre su pecho. Peeta acorta el trecho que nos separa hasta que inspiramos el aire que el otro expira.
Oigo un chillido infantil que me enfría más que la áspera corriente de invierno. Un chillido de Prim.
Aprieto la camiseta de Peeta y me tenso. Puede que me rompa en mil pedazos de una sacudida.
- ¡Prim! -grito.
Salgo del coche como una bala, por instinto, y corro hacia el jardín trasero de nuestra casa ignorando cómo Peeta me llama desde el coche y, poco después, cómo me sigue, gritando mi nombre.
La adrenalina intensifica mi velocidad y lo único que capto es el latido de la sangre en mis oídos.
Encuentro a Prim tendida sobre la nieve cuajada que cubre el césped. Unas gotitas de color granate intenso adornan la nieve, dibujando una macabra aureola sobre la cabeza de Prim. Está salpicada de sangre fresca.
- ¡Prim! -grito. Me he quedado paralizada ante la escena, pero me obligo a correr hasta, prácticamente, lanzarme sobre ella. La nieve hiela dolorosamente mis rodillas.
- Prim, Prim -es lo único que me sale-. Vamos Prim, despierta -le doy palmaditas, pero no reacciona-. ¡Prim!
Empiezo a llorar desconsoladamente. Es Prim. Es su vida. Tengo que concentrarme. La cojo en brazos y la levanto como puedo, pero llega Peeta y la coge como si no fuera más que una mueca de trapo.
Le adelanto, corriendo como una loca, e intento meter llave en la cerradura de la puerta principal, por mucho que me tiemble el pulso. Finalmente la llave encaja y, tras un sonoro chirrido, empujo de una patada la puerta y le despejo el camino a Peeta. Entra en casa y carga con ella hasta su habitación. La deja sobre su cama con delicadeza y Buttercup salta sobre la colcha y maulla.
Le pego un manotazo y lo tiro de aquí. No necesito un plus de gato estúpido que me estrese.
- ¡Mamá! -grito. No hay tiempo de buscarla habitación por habitación y explicarle todo hasta que venga. La almohada de Prim se tiñe cada vez más de rojo. Un simple grito bastará. Rápido, urgente y conciso.
***
- Tranquila… -me susurra la dulce voz de Peeta al oído.
Cierro los ojos con más fuerza y aprieto más la cabeza contra su pecho, como si quisiera hacer un agujero.
- Yo no estaba ahí -susurro.
Me dejo arrastrar por las garras del sueño poco a poco, aunque la idea de estar sobre Peeta en el sofá de mi casa me mantiene consciente.
- No puedes protegerla de todo -me dice, acariciándome tras la oreja, recorriendo todo mi cuello.
- Tengo que hacerlo -murmuro-. Prim es, es…
Suspiro. No encuentro palabras para definirla. Es lo único que tengo, que amo, que adoro, y que me corresponde. Aunque puede que ahora tenga a otra persona más. Ella es mi pajarito, mi patito, mi prímula. Una gota de agua que puede evaporarse sin más; por eso debo enfriarla cada día. Ella es una parte de mí, la que llora cuando yo lloro sin tan siquiera saber el motivo, y ríe de la misma forma. La que quiere aprenderlo todo de mí, la que de mayor será la mejor médica que exista, porque ella lo conseguirá. Amo a Prim.
- Como tú para mí -dice.
¿Me ve como a una hermana pequeña?
Abro los ojos de repente y me despego de su cálido pecho, de nuevo desconcertada.
OMG!!! Pedazo de capi!
ResponderEliminarPeeta y Katniss...JUNTOS OTRA VEZZZ!! AH Y COMO FLAVIYS VUELVA A INTERRUMIR, IRÁ LA LOKA DE VAN Y LE CORTARÁ LA CABEZA COMO A LUKAS( ay que penita e traumatizado a Annie...)Y NO ME DARA PENA HACERLO
Lo as escrito superbien
O dios mio pobre Prim :(:(:(en
K estavas pensandoo...si se muere...
Ahy de mi si se muere...
Otra cosa si no os haveis dado cuenta, e escrito loka , porq estoi lokaaa(y porq mentalmentedesorientada es muy laaargo XD)
Bueno tngo q irme:')
Dwdw
Van<3
GRACIIIAAAAAAAAAAS ^^*1.000.000
EliminarMuchísimas gracias de nuevo por el comentariooooo XD Es que... ES PRECIOSO (y para mentalmente desorientadas)!!!!!
Besitos wappa;))
Yeyjeyjeyyyyyyy
EliminarCounting stars ADORO ESA CANCIOOOOON!!!
Cuando subes??? Porqe stoi ajdnshsnsnaiaishslskjsks jajajajajja XD
BUEEENOOO Y NAADAAAAA UN AVRAZOOO Y BESITOOS MILL!!!
Van<3
A ver si este finde publico... en realidad, es lo más seguro ^^ Lo que pasa es que me he atascado, y sólo tengo hasta el capítulo 12... y no quiero dejaros colgad@s!!!
EliminarINTENTARÉ ESCRIBIR Y PUBLICAR, BESOOSS!! ;))