jueves, 10 de abril de 2014

Capítulo 12: Hermoso caos

Ya está aquí el capítulo 12!!! Resumen del capítulo: genial y triste. Y el próximo, más triste aún, por cosas que, adelanto, no se suponen en este capítulo (entenderéis lo que os digo cuando lo leáis). Fijaros en los detallitos tontos, y crear suposiciones alocadas XD!!!
Anuncio que estoy en racha de escribir y el próximo capítulo, en serio, puede llegar la próxima semana, el viernes; como dice la encuesta.
¿El título? Raro. Oportuno. Veréis... que triste me pongo ya!! :(
Por cierto, ahora que lo pienso... ¿os gusta que haya música en el blog? Si no, la quito; a vuestro gusto.
Bueno, no me enrollo más que os he hecho esperar demasiado; ¡¡cómo para retrasarlo más ^^!!.


Capítulo 12: Hermoso caos

Todo, parece perfecto y acogedor. Mi madre espera, ansiosa, a que llegue Peeta para recogerme y hacernos una foto delante de la chimenea. Incluso ha prendido carbón para encenderla, y no la madera que a veces papá o yo talamos; crea una humareda horrorosa en el salón, pero arde. Después quería tomar una taza de té o café (que es todo lo que nos puede ofrecer) con nosotros y charlar para conocer un poco mejor a Peeta, hasta que llegaran las ocho y nos marcháramos al baile. Eso significa: 1) que esto es especial para ella, y 2) que yo lo he estropeado. Madge no hace más que repetir que no le diga nada a Peeta, que en realidad, no le he engañado, puesto los cuernos, ni nada parecido; dice que ha sido un lapsus con un amigo, un error, un roce sin importancia. Pero yo no puedo con esta carga.
¿El cariño que le tengo a Gale, se está convirtiendo en algo más? No sé qué me está pasando, pero sí sé que, por encima de todo, al que amo es a Peeta. ¿No? ¡Por supuesto! Con todo lo que he sufrido por él, y ahora hago esto. Sólo sentía que Gale estaba mal y yo no sabía por qué, y me daba la sensación de que era culpa mía, y eso me mataba, y… sí que ha sido un error. Yo no quería acabar de esa manera, pero… ahh. Gale no me lo ha puesto nada fácil. Y, em, por cierto, pensando en Gale… ¿Qué demonios significa que quiera besarme con tantas ganas? ¡Yo no puedo gustarle! ¡No debo gustarle!
Me empieza a doler de nuevo la cabeza (he estado llorando un buen rato, hasta que Madge ha conseguido calmarme, y eso me ha provocado una jaqueca terrible), y añico los ojos delante del espejo. Por segunda vez en mi vida, estoy hermosa gracias a taparme la cara con maquillaje.
- ¡Cuidado! -me susurra Madge, mientras intenta aplicarme un poco de rímel en las pestañas.
Acaba de retocar el maquillaje y sigue con el pelo, tal y como lo hizo Flavius en Capitol’s. Madge ha tapado y/o arreglado todos los estragos que yo me he causado en el bosque, algo maravilloso; ha sido un verdadero milagro. Como encontrarte a Jesús en un sándwich de queso o una patata frita.
- Voy a por el vestido -dice Madge, ya en la puerta.
Asiento, como si aún se encontrara aquí, y me encojo, subiendo los pies a la silla, y descansando el mentón sobre las rodillas. Me las abrazo y cierro los ojos. No lloro, porqué entonces, el trabajo de Madge no habría servido para nada. Peeta merece al menos que su pareja esté… decente, porqué yo no puedo superar más que eso. Puedo estar “decente”, pero no “guapa”. Luego me pregunto si Peeta me merece. Quiero decir… él, es mil veces mejor que yo. ¿No soy una especie de carga? La chica pobre, tonta, ingenua, tímida… débil. Puedo afirmar con seguridad que Peeta no es nada de eso. Entonces, ¿cómo puede quererme? Bueno, aún no ha dicho la palabra con “A”, así que supongo que esto no será tan importante como lo es para mí; es la única explicación, ya que él nunca parece temeroso débil; no le resultaría difícil decir “te amo” a una chica si de verdad lo sintiese. Así, confirmo que no es mí caso.
Sé que estoy divagando un buen rato, hasta que la puerta se abre y escucho el sonido de tela contra tela. Me duelen las piernas cuando me levanto de la silla.
- Venga, vamos a vestirnos -dice Madge, apresurada; lleva los dos vestidos en una mano y con la otra se quita los pantalones. Más que apresurada.
Me desvisto y me pongo el vestido. El forro sigue siendo lo más suave que he tocado jamás, la tela brilla y reluce,  y las gemas arden como el fuego, delicadas pero fuertes a la vez. Pero yo lo percibo todo de otra manera, como si viera una película, como si esta no fuera mi piel. No noto la suavidad del forro, no sonrío por el deslumbrante color de la tela ni me paro a admirar las llamas. Me siento… vacía. Sucia.
- Mírate -me dice Madge, sonriéndome desde la otra parte del baño-. Nunca pensé que podría convencerte, y… mírate. Estás preciosa.
Su pelo queda recogido en un moño despeinado, y como diadema ha conseguido hacerse una trenza de espiga desde la raíz, cosa que yo jamás conseguiría igualar. Su vestido es delicado y perfecto; de gasa blanca, hasta la mitad de sus muslos, con un vuelo combado. A su cintura se ciñe una cinta color blanco hueso que realza su figura, y a su cuello el estilo Halter del vestido. Calza unos zapatos de tacón color marfil, brillantes, a juego con sus perfectas uñas, copyright Flavius. Falta decir que el maquillaje sólo mejora lo que ya era perfecto.
- Tú sí que estás preciosa.
Hace un signo de modestia con la mano y me coge del brazo para arrastrarme hasta el comedor. En mitad del pasillo para bruscamente.
- Prométeme que no le dirás nada -murmura.
Bajo la mirada y me pellizco el brazo.
- No… no puedo prometerte eso. Debo ver a Prim.
- Katniss…
- Deberías venir, seguro que le encanta tu vestido.
Suspira.
- Sabes que siempre estaré ahí, ¿no? -murmura, mirándome a los ojos. Asiento, devolviéndole la mirada- Vamos a enseñarle a ese patito lo guapas que estamos -dice. La miro y sonrío tristemente-. ¡Venga! -exclama, tirando de mi mano.
Cuando entramos, Prim deja de acariciar a Buttercup. Éste, por su parte, me bufa. Hago un esfuerzo por no cogerle del pescuezo y lanzarlo por la ventana.
- ¿Qué tal, Prim? -dice Madge. Yo sólo me siento en el borde de la cama y  sujeto una de sus manitas entre las mías.
- Bien -contesta, débilmente-. Estáis muy guapas -me dirige una sonrisa.
- Bueno, seguro que tú lo estarás mil veces más -digo, dándole un pequeño apretón.
- Ya… porqué os tendré a vosotras para arreglarme, ¿no?
- Por supuesto -dice Madge-, aunque no te hagamos falta. Serás una mujercita.
Prim suelta una risita, y eso, me saca una sonrisa.

***


- Gracias -digo, guiñándole un ojo. Algunos podrían llamarme loca.
Me aclaro la garganta, y él espera paciente, como siempre.

Are you, are you
Coming to the tree
Where they strung up a man they say murdered three.
Strange things did happen here
No stranger would it seem
If we met up at midnight in the hanging tree.

Are you, are you
Coming to the tree
Where the dead man called out for his love to flee.
Strange things did happen here
No stranger would it seem
If we met up at midnight in the hanging tree.

Are you, are you
Coming to the tree
Where I told you to run so we'd both be free.
Strange things did happen here
No stranger would it seem
If we met up at midnight in the hanging tree.

Are you, are you
Coming to the tree
Wear a necklace of rope, side by side with me.
Strange things did happen here
No stranger would it seem
If we met up at midnight in the hanging tree.

Entonces, después de una educada pausa, mí sinsajo empieza a cantar. Yo le respeto y espero a preguntar hasta que acaba, cómo él.
- ¿Soy… mala? -le digo, mirando por la ventana de mi habitación. Las prímulas de la maceta, ya marchitan. Puede que todos nos sintamos tristes hoy.
He matado. Animales, pero he matado. Jamás he pensado, jamás, que eso me hiciera ser mala persona. Soy terca y tengo carácter, no soy muy sociable, y puede que no siempre me comporte como debería, pero tampoco me ha hecho pensar nunca que fuera mala persona. No planeo asaltar a viejecitas, no troceo los cómics en los que sale la cuadrilla de Supermineros, tampoco odio demostrar de vez en cuando que puedo llegar a ser tierna. Pero ahora, he hecho algo malo. Eso, por defecto, ¿me convierte en mala persona?
Lo único que mi sinsajo hace es mostrarme su afecto a través de un silbido, para después examinarme. Más de lo que ha hecho mucha gente por mí. Claro, Peeta no cuenta. Y justo el único que lo hace.
- ¡Katniss, sal! -el grito de mí madre ahuyenta al sinsajo, que se mete en su jaula. Debe prever que algo malo va a pasar esta noche. Yo también lo noto- ¡Los chicos ya están aquí!
Me aliso el vestido, respiro hondo, y tras dirigirme a la puerta, giro el picaporte y recibo a Peeta con una fantástica, enorme y falsa sonrisa por la que me gano un dulce beso y un montón de cumplidos.

 

***


Aprieto su mano cuando el coche para frente a la puerta del instituto. Los destellos de luz multicolor traspasan los cristales tintados de la limusina. Por lo visto, Peeta y Darius acordaron pagar a medias el alquiler para darnos una sorpresa a Madge y a mí. Sólo hace que me sienta más sucia, pero sonrío igual. He intentado imaginarme que no he hecho lo que he hecho, y cómo me sentiría si ese fuese el caso. La verdad, es que me siento especial y un tanto importante. Por primera vez ir sentada en unos asientos de cuero suaves al tacto, por descubrir que en una coche puede haber un mini bar, que existen los mini bares, por estar sentada en las rodilla de Peeta, a pesar de que hay sitio de sobra para ocho personas aquí detrás, por poder besar sus labios cuando se me antoje y que él quiera que lo haga.
Después siento arcadas por recordar mi salida de ‘caza’.
¿Estará Gale en el Baile de Bienvenida? Nunca ha sido de esos. ¿Vendrá a por mí? ¿Intentará arrebatarme de Peeta? Espero que no, porque nos dolería a los tres. Gale, rechazado. Peeta, engañado. Yo, sería yo. ¡Horrible!
- Sigue siendo demasiado -le digo.
- ¿Te parece demasiado ostentoso?
Rozo de nuevo el cuero del asiento con los dedos, como si de un pequeño y suave animal se tratase.
- Comer carne de la carnicería me parece ostentoso. Esto es…
- Un regalo -me  corta Darius-. De nosotros, para vosotras. No le des más vueltas, Katniss. Disfrútalo -dice, con una sonrisa.
- En realidad, mi padre tiene una limusina para acudir a los eventos oficiales -dice Madge.
- Oh… -es lo único que consigue susurrar Darius, desilusionado.
- ¡Pero me gusta más esta! -estalla Madge, alzando los brazos. Besa repentinamente a Darius y se echan a reír.
Son… únicos. Una pareja realmente explosiva, enérgica y… uh… peligrosa. No son como Peeta y yo. Nosotros… somos más tranquilos, dulces, tiernos. Ellos ríen, y todo el mundo escucha sus carcajadas; se gastan bromas, y todo el mundo escucha sus gritos; Darius corre, alza en brazos o brinca con Madge, y todo el mundo les presta atención. Peeta y yo reímos, y me siento completa; nosotros charlamos o nos gastamos bromas, y acabamos besándonos sin prisa y con cariño; nosotros paseamos de la mano, y me siento feliz y relajada. Sí, feliz. No tiene un adverbio negativo delante, ni es irónico. Sencillamente, con Peeta me siento feliz. De la manera en que los niños ríen plenamente en el parque. Felicidad-pura-y-embotellada-en-su-sonrisa.
Y mientras se me hincha el corazón, vuelvo a recordar mis actividades de la tarde. Le clavo al asiento las uñas.
- ¿Estás bien? -me susurra Peeta al oído. Me recorren una corriente caliente y otra fría; motivos enfrentados.
- Sí, sólo un poco nerviosa. Nunca he asistido a un baile -digo.
Mentira.
Fue hace tiempo, y no lo recuerdo con claridad. Yo era pequeña, y Prim un bebé; todavía vivíamos en Pensilvania. Mi madre pertenecía a un club, en el que las vecinas de la zona tomaban café y té por las tardes, vestían elegantemente como si fuera algo casual, charlaban sobre cosas agradables y  de vez en cuando se chismoseaba sobre alguien en particular del barrio. El caso, es que el club celebró un pequeño convite. Mi madre vistió un vestido azul satén. Recuerdo haber llamado ‘cosita suave’ al cuello de terciopelo de éste. Yo vestí un alegre vestido de cuadros rojos, y mi padre un pantalón plisado negro junto con una camisa blanca, haciéndole parecer más alto y joven. No recuerdo el nombre de la anfitriona, pero ahora puedo afirmar que sería la mujer más rica y vanidosa del club. Nuestra casa ya era grande de por sí, con sus dos pisos y elegantes acabados en blanco pulido y tonos pastel. Pues lo primero que me viene a la cabeza al recordar esta casa, son las columnas de estilo romano que enmarcaban la entrada principal, con dos puertas de roble y cristal tallado en flores, ahora puedo decir nenúfares. El césped me parecía más verde de lo habitual, y estaba húmedo. Brillaban las gotas de agua que el equipo de regadío automático con aspersores había esparcido por allí. Recuerdo andar sin zapatos hasta la entrada, provocando que mis padres y la anfitriona junto a su marido quita-y-pon rieran. La pista de baile era enorme y con suelos de mármol brillante, que iluminaba la sala más que cualquiera de las lámparas de araña que había allí colgadas. Supongo que funcionaba como sala de estar, pero quitaron los muebles con tal de ganar espacio, ya que la habitación precedía al comedor. Todos actuaba de manera cercana pero formal, eran educados y sofisticados. Incluso había música clásica flotando en el ambiente mientras probaba el estofado de cordero sobre arroz salvaje y pasas. Repetí. Tres veces. Era una pequeña glotona sonriente. Esa casa dejaba en ridículo a la mía, y por lo que veré, a esta fiesta.
Ahora, cuando salgo de la limusina y Peeta me coge de la mano, lo único que me viene a la cabeza y sé que recordaré es: decepción.
Me tambaleo sobre los tacones, como si temblara el suelo bajo mis pies; debe de ser mi falta de práctica. Pero entonces, siento como si los trozos de mi vida se despegaran, como si las hebras de mí tapiz se separaran. Mí estomago se retuerce, y no entiendo el por qué. Estoy desorientada, y me centro en lo que sé. Me llamo Katniss Everdeen. Tengo dieciséis años. Vivo en Naples. Amo a Peeta. Amo a Prim. Amo a mis padres. Quiero a Madge, Maisylee y Gale. Limusina. Dolor. Baile.
No puedo concentrarme con esta sensación de mareo.
La música electrónica hace vibrar los cristales del gimnasio, que huele a sudor y cerveza de barril desde aquí. Veo de reojo cómo Madge estampa a Darius contra la pared e imagino, que si siguiesen así diez minutos más, alguien daría positivo en la prueba de embarazo mañana. No sé si es mejor entrar o no, pero me decido por lo primero antes que ver en directo el tema ‘Reproducción sexual’ de Biología. ¿No decía yo que todo el mundo amaba la biología? Pero después de dar dos escasos pasos, Peeta me detiene y pasa delicadamente un ramillete de claveles blancos sobre mí muñeca izquierda.
- Blancas -le digo, observando los pétalos.
- ¿Te gusta? -pregunta.
- Pureza.
- Sí -dice, acercándose. Vuelve a dibujar figuras curvilíneas en la piel sensible de mis hombros y brazos-. Pureza. Lo que siento por ti es puro, así que color blanco.
- ¿Y… ves como posibilidad comprarme la próxima vez unas rojas? -digo, intentando algo nuevo; el coqueteo.
- ¿Pasión? -pregunta, mordiéndose el labio. Acerca sus labios a los míos, y aprovecho el momento para pasar mis manos tras su cuello. Justo antes de juntarlos, susurra- Creo que eso ya te lo demuestro yo en persona.
Le sonrío como una tonta y asiento, atrayéndolo hacia mí. En cuanto nuestros labios se tocan, los movemos con avidez. Lo echaba de menos. Estamos cómodos besando al otro pero, yo al menos, no me acostumbro a sentir esta montaña rusa en el pecho cada vez que me toca. Me falta el aire… no, me falta él. Necesito sentirlo más cerca, necesito tocarlo… que me toque. Revuelvo su pelo entre caricias y, por qué no decirlo, tirones; él junta completamente su cuerpo al mío, y yo necesito quitar la maldita ropa de en medio. Siento como se eleva nuestra temperatura corporal, y mi respiración se transforma en un jadeo. Me muerde el labio inferior, y vuelvo a sonreír antes de profundizar más el beso, con ansia. Como si en realidad, supiese besar. Realmente, con Peeta es fácil que me sienta así. Y con Gale… ¡No! Me separo poco a poco, dejando a Peeta (y, demonios, a mí) con ganas de más.
- Venga, no me he puesto tacones para nada -digo, tirando de uno de los gemelos de sus mangas hacia mí.
En realidad, me siento mal. Aunque puede que no sea sólo por Gale. Creo que yo, al igual que mi sinsajo, siento que algo malo va a suceder. Más concretamente, a mi persona. Pero bueno, ¿no supero yo todo lo malo? Puede que sea una gran mentira eso que acabo de pensar. Debería ser: ¿no sobrevivo yo a todo lo malo?

***


En el gimnasio, lo que único que me viene a la mente es ‘agobio’. Quizás también ‘falta de aire’, ‘intrusión en mi espacio personal’, ‘cerveza de barril en los vestuarios masculinos’ y ‘adolescentes rubias entubadas en vestidos por encima del medio muslo’. Las gradas han sido plegadas, y las canastas cubiertas con confeti, lo que, si hubiese sido la intención, no ayuda nada a que el gimnasio parezca una pista de baile.
Veo como Glimmer baila pegada a Cato como si, por separarse, el universo se fracturara en dos. Peeta se dirige (después de regalarme un inesperado-largo-intenso-fantástico beso) hacia la mesa con canapés mal amontonados (hechos migajas por los del equipo de fútbol) y ponche, a por bebidas.
Entonces, huele a cuero y naranjas.
- ¿No te apetece bailar?
- ¡Gale! -digo, dándome la vuelta. Miro a mi alrededor, pero todos están borrachos o besando a otro adolescente hormonado. Peeta, gracias a Dios, sigue con las bebidas.
Empujo a Gale hacia la puerta con las dos manos, ignorando su semblante inexpresivo, incluso un tanto triste. Después de lo de hoy, no sé qué expresa el mío. Necesito alejarlo de Peeta, o dará comienzo la tercera guerra mundial. Empujo la puerta de salida y el aire frío de la noche me golpea, como siempre en este lugar.
- ¿Qué haces aquí? -pregunto, cerrando la puerta con ventanas del gimnasio para asegurarme.
- ¿Que qué hago aquí? -dice alterado, arqueando las cejas- ¡Estoy aquí por ti, Katniss!
- ¡Bueno, pues no tenías por qué, entonces!
Aprieta los labios y baja la mirada. Le conozco, y sé que está reprimiendo cualquier deseo de pelear. E inesperadamente, me besa. Al momento, sé que no es natural; me mantengo quieta y rígida. Sus labios son agradables, el problema… el problema es que no es Peeta. Me aparto, sorprendida por el atrevimiento. No quiero decir a, donde opino, nos llevará esto.
- Gale…
-Tenía que hacerlo. Al menos, una vez.
Y se va.
- Ha sido un error… -le digo, aunque el viento se lleva el sonido de mí voz.
Lo último que veo antes de llorar contra el cristal, es cómo Peeta me mira tras la ventana. Nos miraba.
El peor error de mí vida. Aquí y ahora. Apuntado.

6 comentarios:

  1. Q asco de Gale, en serio yo le pego eeeeeh. Osea q Gilipo**as el pavo a ver seguro que avia que Peeta los estava mirando. Es un putó MK, de velitas que yo no l'aguanto. Que se pierda ya por el bosque! De velitas eh la Katniss no por dirli. Que li digui... Que face aixo: va comments a en Peeta i Di que en Gale li a besar, porque es velitas, ho ha fet sense que ella li permitesi.
    Arrrrrrggg Enserio me cargo al Gale ese eh, te prometo que este; muere
    Adeu finn una altreeee
    Van<3

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    1. Jajajajajajajajajajaja!! Me encanta tus comentarios Vanilla XD
      Buen consejo para Katniss,la verdad,es que algo así hay escrito ya ^^
      Prometo que el próximo capítulo estará el viernes, seguro seguro. Y pasarán cosas muy tristes... PERO NO VOY A SPOILEAR!!
      Adeu fins una altraaaaaa
      Besets, besets, besets, besets, besets, besets...

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  2. Pobre Peeta, el que es un buen chico y el Gale que es un metido y que no deja vivir en paz jajaja
    Bueno pero si la Katniss no le quiere al Peeta yo le he de consolar jajaja
    Yo de ella le hubiese dado una cachetada bien rica jajaja para que le quede marca en un año jajaja
    Y lo peor es que el Peeta lo vio todo y el pobre que solo queria ir al baile para pasar con su amor y despues le salen con eso, que tal jajaja
    Ese Gale es un loquillo, deberia entender que nadie le quiere, es una alma sin amoggg...
    Muy bueno el capitulo aunque le Gale se paso de amistoso jajaja Saludos desde Ecuador *-*

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    1. Saludos!!! ^^
      Gracias por comentar, lo primerito.
      Yo también consolaría a Peeta si pudiese!!! XD
      Lo de a cachetada... bueno, se supone que son amigos y, no sé, lo veía un poco fuerte, aunque... yo misma he dado más de una en casos así!! Pero luego, pienso que a Gale le dan calabazas y... me da penilla. Después de todo, Katniss ha elegido a Peeta y eso le sienta mal.
      Que bien que te haya gustao el capítulo ^^
      Besoooos ;))

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  3. Pobre peeta, me dejaste picada con el capitulo.
    como siempre hiciste un excelente trabajo.
    espero con ansias el siguiente, sigue así MK.

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Espero que os guste la historia y comenteis sobre ella o cualquier cosita del blog, pero siempre con respeto, es decir; sin insultar y criticar severamente.
Gracias por comentar y leer el blog ^^