martes, 22 de abril de 2014

Capítulo 14: Recuerdos de sal y limón

Huuuuuuuuuuuuuooooooolaaa chic@s!! ¿Por qué publico el capítulo TAN PRONTO? Porque me voy a mi pueblo lo que queda de semana, y bye bye Internet, así que... Os lo dejo ya para haceros felices beibiiiis XD 
Estoy contenta,y se me nota, ¿no? Acudiré a un concierto de las Sweet California con mi amigas, estrenan dentro de ná DIVERGENTE (que ya hay anuncios en la tele y publi por la calle ^^), Cassandra Clare publica el... ¿05.05.14, puede ser? (no recuerdo exactamente, pero en mayo seguro) el séptimo y último libro de la saga Cazadores de Sombras, yo y mis locuras seguimos con el running, la historia ya abarca + de 100 páginas... ¡Cómo para no saltar de alegría!
Y la verdad, es que no soy la única; atentos al capítulo, más concretamente,al final. ¿El título? En cuanto leáis, comprobareis que los recuerdos de Katniss pican y escuecen... ¿Lo pilláis? Seguro, mis smarties. Más cosas... ¡ah sí! Cuando leáis la palabra vestido, hay un link para verlo (el que lleva Katniss puesto en la ceremonia), clicar encima si queréis saber cómo es de verdad. Ohhhh!!! Pregunta clave: ¿ACABO AQUÍ LA HISTORIA? COMENTAR PLIS, QUE ESTOY INDECISA...
No me enrollo más, que m'he passat ;)) Petons!!!!!!


Capítulo 14: Recuerdos de sal y limón


Esperaba ver a mi padre en este letargo estado, mientas el sedante hiciese efecto. Le diría que le quiero, él me tranquilizaría, me diría que todo va a estar bien, y se iría a donde quiera que vayan los muertos que fueron buenos en vida. Sencillamente, no. Esto es la vida real, aunque  veces, me parezca un sueño borroso. No real. Un libro, una película, un relato, una historia. Vuelvo a llorar, sin tan siquiera haber abierto los ojos.
Me palpo la frente, como si así apartara la maraña de dolor que me cubre. Algo se mueve encima de mí e intento abrir los ojos, pero pesan demasiado. Después de varios intentos, los abro y me incorporo costosamente. Prim se encuentra abrazada a mí, con su carita roja y aún mojada por las lágrimas. Entierra un poco más su rostro en mi vientre. Echo un vistazo alrededor, y reconozco la habitación de mis padres. Carece de decoración; cama, armario, mesitas de noche y lámparas. Concepto barato en todo su esplendor. Uno de los jadeos de Prim me saca del trance. La arrimo a mí, y en cuanto lo hago noto como mi cuerpo es vago al actuar, a pesar de haberme despertado. Ella murmura en sueños, y llora más violentamente (cosa que me contagia). Finalmente me decido a despertarla, pero oigo otro sollozo y me detengo. La beso en la sien, justo donde acaban los puntos de su herida, y me dirijo al comedor. En cuanto pongo los pies en el suelo y me levanto, me mareo y acabo de rodillas en la moqueta. Así, desesperada, me arrastro a gatas hasta el marco de la puerta, con el cual me ayudo a levantarme. Me tambaleo por el pasillo hasta encontrar a mí madre en el sillón del comedor, llorando silenciosamente. Me quedo quieta, asustada. De vez en cuando jadea, pero no deja de mirar al frente, al vacío.
Me permito dejarme caer contra la pared y llorar allí mismo.
He pillado que han sido informadas.

***


Semanas después del accidente, he despertado. No literalmente, por supuesto. Quiero decir, que he dejado de llorar en un rincón; he dejado de compadecerme; he dejado de preguntarle a dónde ha ido, porque ahora comprendo que nadie me responderá nunca; he dejado de gritarle a mi madre, porque ella aún no ha despertado. También he dejado de hablar con Peeta.  No he vuelto a llamarle, no he permitido que me visite ni que vea en qué estado me encuentro, a pesar de sus constantes llamadas y mensajes, incluso toques en la puerta; nunca pasó del felpudo y nunca deje de llorar. Ahora sólo necesito estar sola, conseguir una fuente de ingresos e intentar superar todo. En este momento, me parece imposible. Y es que ya sé que jamás lo superaré, ya que eso incluiría olvidarlo. Ni siquiera hemos tenido entierro. Siguen buscando en las minas los cuerpos, si es que hay.
No he vuelto al instituto. No sé qué haré con mis estudios. Lo que sí sé, es que las vacaciones de navidad me dejarán el espacio que necesito antes de decidirme a actuar respecto a eso.
De momento, lo único que puedo hacer es cazar para tratarme, y  de paso llenar esas bocas que siempre piden más.

***


Abro el armario de mi madre. Un vestido color crudo de gasa con estampado floral en rosas y rojos es el elegido para ser hoy lucido en el acto en memoria de las víctimas del accidente. Incluso tendré el honor de recibir una inútil medalla al valor, por mi padre, como si así compensaran la pérdida. Salto de la emoción… ¿se me nota?
Me calzo unos tacones, también color crudo, suministrados por Madge. Me acompañará, algo que me anima. Hemos hablado un par de veces por teléfono, pero no soy muy elocuente, y ella no me ha querido presionar. Pero hoy, la he invitado a venir. Ella ha aceptado al instante, alegando que necesita darme un ‘¡gran abrazo!’ inmediatamente.
La dejo peinarme con una simple coleta; pero ella complica las cosas, y pasa una hora de reloj planchándome el pelo. Al final, me lo suelta, ya en la puerta.
- ¿Qué haces? -digo, sorprendida.
- Así mejor, confía en mí.
Le sigo el royo, sin querer discutir tan tempranamente. Tampoco tengo energía.
- ¡Prim! -llamo.
Aparece, un tanto encogida, por el pasillo. Su pelo está recogido en sus dos trencitas de siempre, y luce el mismo vestido (heredado) que yo vestí en el baile del club, el de cuadros rojos.
- ¿Te has despedido de mamá? -me pregunta.
- Sí -miento, con una pequeña sonrisa mientras le doy la mano. La borro en cuanto no mira. No pienso despedirme de ella. Tampoco se dará cuenta de si lo hago o no. Además, nuestra relación… digamos que no pasa por su mejor momento. Me siento traicionada. Yo aquí, intentando que no muramos de hambre, esforzándome por las tres y ella… parada, sin contestarme siquiera.
El viaje en el coche de Madge pasa enseguida, gracias a su temeraria forma de conducir; ella la llama ‘emocionante’.
- ¿Sigues con Darius? -suelto, cuando ya diviso el Edificio de la Justicia del pueblo. Necesito entretenerme y no pensar en ello.
- Sí -responde con una sonrisa, acelerando cuando el semáforo pasa de verde a rojo. Me agarro al reposabrazos del coche. Echo una mirada al asiento trasero y veo a Prim, bien segura con el cinturón; eso me tranquiliza… un poco-. Y tú ¿qué tal con Peeta?
- Creo que hemos roto -contesto, intentando que no parezca nada. «Camino con los pies. Los humanos tenemos pulgar y los primates no. Creo que he roto con Peeta. Este invierno habrá feria en la plaza.» Lo de siempre, normal.
- ¿Crees? -pregunta Madge, saltándose una señal de stop.
- La señal era para parar -resalto.
- Uh -sopla, restándole importancia con la mano-. No cambies de tema. ¿Crees? Porque yo creía otra cosa…
- Madge… -digo, intuyendo que otra de sus sorpresas está preparada. Mi voz es menos amenazadora y más triste que antes. Puede que a lo mejor eso la achante.
- Lo siento. Da igual, habrá mucho público -suelta, aparcando el coche con el ángulo torcido en el recinto exterior del Edificio de Justicia. Me obliga a salir por la otra puerta, la del conductor, ya que la mía choca con un árbol si hago el menor intento de abrirla. Paso por encima del cambio de marchas y mi vestido de engancha en la palanca, cosa que me trae malos recuerdos
[…Haymitch le gruñe algo a Peeta, que llora sobre mi vestido. Yo, me percato de que estoy tendida en el suelo. Unas manos intentan levantarme, pero frenan. Aprovecho para, con mis últimas fuerzas, acariciar suavemente la mejilla de Peeta, que levanta la vista ante el gesto. Creerá que soy un enigma indescifrable. Puede; ni yo misma lo sé. Él presiona un beso en mis dedos, que se mojan con sus lágrimas…]
[...Peeta vuelve a gritar mi nombre, y yo sollozo más fuerte. Me tapo la boca con la mano para intentar que no oiga mi lloro. Lo único bueno que se me ocurre, es que no puede traspasar puertas. Llama al timbre repetidas veces, pero yo sigo sin levantarme, puerta principal contra mi espalda. Así, siento que lo tengo más cerca. Finalmente se cansa, y la puerta tiembla una vez. Una sombra aparece por debajo, y sé que ha adoptado la misma postura que yo al otro lado de la puerta, como un espejo.
- Lo siento -murmuro.
No puedo enfrentarme a él. La posibilidad de que me abandone es demasiado alta, y sé que sería justo por todo lo que le dije, y también sé que, como cuando discutí con mis únicos amigos en el almuerzo, solo retraso lo inevitable. Pero no soy lo suficientemente valiente como para hacerlo ahora. Y que me hagan más daño (Que me rechace. Que se compadezca. O lo peor, que no me deje por pena)… puede que fuera la gota que colmara el vaso y finalmente me rindiera, como mi madre.
- Katniss -exclama al otro lado de la puerta, suponiendo que le escucho. Lo hago atentamente, aunque sea entre lágrima y lágrima-, por favor, abre. Necesito verte… por favor -suplica, con voz rota. Puede que él también esté llorando-. Sé que no te he protegido de esto. No sé cómo podría haberlo hecho, pero de todos modos… no lo he hecho, y he roto mi promesa. Perdóname. Créeme cuando te digo que nada me ha dolido más -hace una pausa larga, tanto que pongo la oreja para ver si sigue ahí, hasta que continúa-. Esas veces en las que no me atrevía a decirte algo, estaba siendo cobarde. Sólo quería decirte… Jamás he sentido esto por otra chica. Por nadie, en realidad. Jamás he amado a otra, Katniss.]
Pero esta vez la tela se libera con un simple tirón.
Mis piernas tiemblan en cuanto los tacones se apoyan en el asfalto. Madge me coge con su habitual agarre de hierro, y por primera vez me alegro. Yo por mi parte, agarro a Prim. Si me fijo bien, puedo distinguir las lágrimas en sus ojos, rojos e hinchados. Los míos, igual.
Por eso paro, me acuclillo frente a ella y le limpio las lágrimas.
- No hace falta que subas -le digo.
- Da igual. Así le diré adiós a papá.
- Vale -contesto, asintiendo.
Nos ponemos en marcha, pero… esa inocente y valiente respuesta; Peeta aquí, tan peligrosamente cerca, sin saber dónde; el acto que me ha traído aquí, al que mi madre no ha podido acudir por no… reaccionar ante nada. Todo, provoca que una lágrima de debilidad se arrastre por mí mejilla antes de que me apresure a limpiarla.

***


Madge nos guía por el recinto como si de su casa se tratase. Un pasillo, otro, unas escaleras arriba, luego abajo, mil giros y ya hemos atravesado el edificio; nos encontramos tras las puertas que dan al escenario. Me sudan las palmas de las manos, pero mi decaído estado no me permite sentir nada más, como nervios o que me muerda el interior de las mejillas. Estoy vacía.
El murmullo de la multitud que espera, expectante, suena como un eco molesto en mis oídos cuando el alcalde Undersee pronuncia mi nombre el primero de la lista de familiares de las víctimas. Todo me parece irreal, mis movimientos mecánicos. Atravieso la puerta, sola frente a una multitud, y empiezo a bajar los escalones. Cuando lo consigo y atravieso el escenario, comienzo a sentir que vuelvo a mí, que soy capaz cambiar de rumbo y no dirigirme automáticamente hacia el alcalde y demás miembros del consejo. Pero, obviamente, no lo hago. Acepto la placa que tiene el nombre de mi padre, cosa que me apena y provoca lágrimas silenciosas que intento evitar. Me doy cuenta de que Prim me seguía todo este tiempo. Puede que no haya vuelto a mí, después de todo. Le cojo la mano y sujeto con la otra la placa, contra mí pecho. Nos apartamos y colocamos frente a todos para que los familiares del siguiente fallecido puedan repetir el proceso. «Parecemos maniquís colocados en un escaparate», me viene a la mente.
Busco señales entre el público inconscientemente: el brillo de su pelo, el rastro de sus ojos... Pero me detengo en cuanto me doy cuenta de que lo hago. «Puede que al final, Peeta no haya venido. Habrá declinado la invitación de Madge, seguro. Estará ya cansado de mí. Yo lo estaría», me digo. De todos modos, hay tanta gente que es muy poco probable que lo hubiese visto con ese simple vistazo. Fijo la vista en el fondo del paisaje, donde los rezagados  interesados todavía acuden al evento. Como si esto fuera un puñetero concierto de Aguilera. ¿Tan interesante es? ¿Personas llorosas y deprimidas que odian lo que están pasando?
Intento ignorar la sensación y dejo que mi pelo hondee libremente; con suerte, me tape la cara. De acuerdo, esto es lo que Madge pretendía que quedara bien cuando me lo ha planchado y dejado suelto. Bueno, no lo puedo negar, aunque ahora algo tan pequeño como eso, parecerle más guapa a los habitantes y a las cámaras, carece de sentido.
Cuando el espectáculo de circo acaba, a los payasos nos dejan bajar del escenario, y lo único que me apetece ahora es tomar una cena caliente acurrucada en algún rincón blandito, como en mi cama debajo de una manta con un cuenco de sopa. Lo malo, es que ni siquiera hay sopa, cosa que me obliga a salir de caza en cuanto llegue, agotada. Me llevará unas tres o cuatro horas, y no tengo toda la energía que a actividad requiere; pero lo haré, por Prim y… y por mi madre. Me apresuro a llegar hasta el coche, arrastrando a Prim detrás. Choca contra mi espalda cuando paro en seco, a diez metros del coche. Madge charla con Peeta, apoyada en el capó. Él me da la espalda, y no sé qué hacer. ¿Corro y huyo o me acerco? ¿Saludo como si nada? ¿Le beso como me pide el cuerpo? ¿Me meto en el coche sin dar una sola mirada? ¿Huyo o me acerco? ¡¿Huyo o me acerco?!
La mano alzada de Madge diciéndome que me acerque en cuanto me ve me deja sin elección, así que camino hasta allí con la cabeza gacha. En cuanto llegamos Prim abraza a Peeta por detrás, sorprendiéndolo. Éste, por su parte, reacciona con un gran abrazo, alzándola en volandas. Le saca una risita a Prim cuando alcanza el punto más alto. Una de sus risitas. Eso que creía que nunca volvería a escuchar. Peeta lo ha hecho posible.
Mientras tanto, Madge se me acerca, preocupada.
- Katniss, él me ha encontrado, yo no… -me susurra.
- Tranquila -le corto, abrazándola-. Está bien.
Peeta deja a Prim en el suelo, y Madge se apresura a meterla en el coche. Ella espera apoyada en la ventana del asiento trasero, charlando con Prim de cosas de chicas, como yo no sé. Eso nos deja nosotros dos. Me atrevo a levantar la mirada, y descubro que él imita sin querer mis movimientos. Ahora debe ver a una delgaducha, pálida, de mejillas huecas y ojos rojos. Él también tiene aspecto de enfermo, pero sigue siendo él; huele condenadamente bien; es tan guapo como siempre lo ha sido; su figura es fornida; su tímida sonrisa brilla en blanco.
Me lanzo a su cuello antes de que el silencio se alargue demasiado, y le abrazo como nunca. Me da igual que puede que no me corresponda. Simplemente sigo el impulso. Y él aprieta sus brazos entorno a mí cintura, y me sorprende que los tacones dejen el suelo, hasta que comprendo que me alza en el aire. No hago otra cosa que reír como una niña pequeña cuando estira del todo sus brazos y me sonríe desde abajo a pesar de las lágrimas contenidas, derramadas y por derramar. Me baja poco a poco y da vueltas. Cuando toco tierra firme, no sé si el mareo es por la felicidad que me embarga o por las vueltas, pero uso la excusa para volver a abrazar a Peeta y sujetarme. Quizás esto esté mal o no, sea real o no… pero sienta malditamente bien. Y sé que debo controlarme, pero…
Para añadir un poco de espacio rompo el segundo abrazo.
- Prim no había reído desde que mi padre murió -digo-. Y…la verdad es que yo tampoco. Gracias.
Asiente, perdiendo la sonrisa.
- Katniss…
- La verdad es tengo que volver a casa -digo, volviendo al coche, pero me coge por la muñeca y me paro.
- No huyas más de mí, por favor. Estar sin ti, sin poder consolarte, tocarte o hablarte… ha sido lo peor, Katniss, lo peor que me ha pasado nunca. No quiero volver a eso. No puedo separarme de ti otra vez.
- No hay nadie que me ayude en casa ahora, Peeta. Entiende que…
- ¡No! Entiende tú que los peces mueren sin agua, que las plantas se marchitan sin luz y que la mayoría de gente sin aire. Pero ahí estoy yo, que solo me ahogo, me marchito, me apago y muero sin ti -exclama, aunque conforme va hablando baja la voz. En las últimas palabras su voz es apenas un susurro, y acaricia mi mejilla mientras cerca nuestros cuerpos. Yo, cautivada y emocionada, no muevo un solo músculo-. Que entre en esa cabecita tuya, que no estoy dispuesto a dejar este mundo todavía.
- ¿Y yo qué? -consigo susurrar, aunque poco a poco voy subiendo el tono de voz- ¿A mí no me ha dolido? ¿No he pensado en ti? ¿No he sufrido? ¿No he llorado un día sí, otro también? ¿No te he echado de menos? ¿No me he vuelto loca pensado en si me dejarías ya, o esperarías unos días por pena? ¡¿En si me querías como yo te quiero a ti?!
Me aparto abruptamente, y se hace el silencio. Lo dicho, dicho está; y también está claro, que eso ha salido de mi boca. Camino en círculos delante del coche, para despejarme. Creo que parezco uno de estos perritos miniatura, dando saltitos y corriendo de un lado a otro sin parar.
- ¿Has dicho… -murmura Peeta a mis espaldas, pero cambia de pregunta- ¿Me quieres?
- Sí -me giro, extrañada, para mirarle. Arqueo las cejas y digo lo obvio, ya cansada. No de repetirlo, sino de que él necesite que lo repita-. Eso ya te lo había dicho.
- Creía que no estabas convencida -dice, acercándose a mí con una sonrisa.
- ¿En serio? Porque no entiendo cómo he podido hacerte pensar eso.
Su panorámica alegre (y cada vez más cercana) me hace sentir algo dentro, algo especial que provoca un cosquilleo y sonrisas. Su aspecto ilusionado de niño-sentado-sobre-las-rodillas-de-papá-noël me provoca risas; esas risas tontas de antes, cuando nos conocimos bien. Por desgracia, también me fijo en que el sol ya se está poniendo tras él, y el cielo se tinta de un tono naranja, cosa que me avisa de la tardía hora sin necesidad de reloj.
- Si no me voy ya tendré que cazar de noche -me digo para mí. Camino lentamente hacia el coche, aunque estoy dispuesta a acabar la conversación con Peeta. Súper dispuesta, para que negarlo. Me apoyo en el maletero y veo como él se acerca con claras intenciones; pero cuando faltan tan solo unos veinte centímetros para tocarme, se detiene.
- ¿Puedo… -traga saliva, y me mira a los ojos- ¿Puedo besarte?
- Sólo hazlo, o lo haré yo -digo, con una sonrisa tonta en la cara. Él, en cuanto escucha la respuesta, sonríe de la misma forma. Aunque por poco tiempo antes de que sus labios presionen los míos. Mi lengua ávida de deseo busca la suya, y la encuentra rápidamente. Apoyo las manos en sus hombros y aprieto su camiseta, recordando lo que me provoca su contacto.
Y al parecer, la búsqueda era mutua.
Me sube encima del maletero y sus manos viajan por todo mi cuerpo, acariciando con sus mágicos dedos cada centímetro libre de mi piel. Yo profundizo más el beso, ansiosa y adicta a él. Masajeo con una mano su nuca, y la otra se dedica a acariciar su espalda, para después centrarse en su abdomen, recorriendo gustosamente sus abdominales. Peeta gime en mí boca, y yo sonrío sobre la suya. Acerca mi cuerpo al suyo presionando con una de sus manos mi rabadilla, y la otra acaricia mis muslos. No puedo negar que mi gemido sea la clara señal de excitación en una mujer.
- ¡Pervertidos, buscaros un hotel! -nos grita Madge, divertida y entre risas, asomada por la ventanilla del coche con medio cuerpo fuera.
Yo suspiro, satisfecha, y separo nuestros labios. Nuestra respiración es agitada pero, yo al menos, me siento relajada. Apoyo la cabeza en su pecho y respiro profundamente, intentando quedar impregnada de su aroma. El amor a te vuelve cursi, que se le va a hacer.
- Te quiero -me dice, abrazándome.
Me incorporo y rodeo su cuello con los brazos.
- Creía que no estabas convencido -digo con voz grabe, imitando la suya.
- Ja-ja-ja. Eres muy graciosa.
- Lo sé -digo mordiéndome el labio-. Me pongo seria, de verdad -ruedo los ojos, chasqueo la lengua y hago crujir mis nudillos, imitando una transformación de, sinceramente, mala calidad-. Te quiero.
Se separa un poco, pero engancho una de sus manos.
- Vale, estoy loca hasta los huesos por ti.
Pone cara de “pensar”, mirando al cielo y rascándose la frente con el índice. Después niega con la cabeza y se separa unos pasos más.
Suelto una carcajada y voy detrás de él, aunque tropiezo por culpa de los tacones y caigo sobre él.
- Te amo -le susurro.
- Te amo.
Nos besamos rápidamente.
- ¿Te vale? -pregunto.
- Me vale -contesta, poniéndome de pie e inclinándome sobre su brazo como si fuera una princesita de Disney.
- Entonces a los dos -aseguro.

Le vuelvo a besar y siento mariposas por ello. ¿Quién iba a pensar que el acto acabaría tan bien? A decir verdad… creo que es mi primer final relativamente feliz. Espero, y estoy segura de que junto a Peeta se hará realidad, que no sea el último.

5 comentarios:

  1. Si no quieres seguir, lo entenderé. Pero haz OTRA HISTORIA....
    Este capítulo, se me a quedado corto. Si, y me has dejado muy ajxjsnskallabxkzhanmskdhh.
    Más que aller, que me regalaron una ROSA. Yo por poko mato al que me la regaló, ya sabes tú. Pero....
    Jusjusjus...nooooo meeeee maaaaateeees sin tuuus historiaaaaass que estoyyy empezando a pensar que eres un clon de SUZZANE.
    Bye, Bye
    Testimooooooooooo bonicaaaaa<3
    Van<3

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Creete que si te digo que me has hecho llorar con el comentario es VERDAD. TEEEEEEEEEEEEEE EEEEESTIIIIIMMOOOOO MMOOOOLTÍÍÍÍÍÍSSIMMMM<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3<3
      ¡Me has dicho que quieres otra historia! ¡Joder! ¡Es como un sueño hecho realidad! Tengo 14 y mi sueño es ser escritora, y tan joven y me dices estas cosas... ;)))))))Y lo del clon de Suzzane, ya me ha derretido, aunque parezca raro ^^ Muajajajaja
      Creo que seguiré con la historia, veremos. Estoy escribiendo ya el 15 y si sigue adelante y me salen ideas esto continuará ;))
      Estoy eufórica ^^
      PEEETOOOONS <3<3<3<3<3

      PD: ¡¡Mira a Van que ligona!! ¿Mataste al de la rosa? Muajajaja Te entiendo bien ;)) como Mentalemente desorientada oficial ^^

      Eliminar
  2. Nóoooooooooo!!!! me dejas picadisima en la historia y la vas a acabar ............ yo digo que no la acabes

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ohh... GRACIAS!! No la acabaré, aunque necesito pensar qué enfoque le doy ahora... ^^

      Eliminar
    2. Aaaaaa por favor sube el capitulo 15 no me dejes asi por favor!!!!!!!!!!!!

      Eliminar

Espero que os guste la historia y comenteis sobre ella o cualquier cosita del blog, pero siempre con respeto, es decir; sin insultar y criticar severamente.
Gracias por comentar y leer el blog ^^